martes, 17 de agosto de 2010

La Negociación...Por Ricardo Ilde (*)...sobre el Kumpa Chengo Almiron


Europa tiene para un latinoamericano el encanto y el misterio de lo desconocido, y de la imposibilidad de acceder a las culturas milenarias que nos llegan a t ravés de libros escritos por románticos y escépticos de todos los tiempos, que nos saturan de fantasías y realidades que la vuelven prácticamente inalcanzable.

En enero del 77, del siglo pasado no existía el celular, ni se soñaba con la Internet, máxime si uno se hallaba enterrado en una cárcel de máxima seguridad como la Unidad 7 del Chaco, condenado de facto por terrorista irrecuperable, en los comienzos de la dictadura de Videla y compañía. Pero Chengo Almirón, un correntino pelo chuza y cara manchada por el sol caliente de su barrio Camba Cuá, de veintitrés años, gran hacedor de hijos por ser pobre, salía del país en “Opción”, con su compañera y sus siete peldaños, nada menos que con destino a Frankfort (Alemania). No sabía de la artimaña del destino que al parecer le endilgó un bisabuelo inmigrante en su apellido.

A través del vidrio del locutorio, el Cónsul Alemán le dijo antes de retirarse:

-La negociación con los militares está yendo bien, quedate tranquilo… Vos preparate… aquí hace cuarenta grados y las plazas de Frankfort están cubiertas de nieve… Te va a gustar…

Y se fue.

Sentado ahora en el asiento de la burra, con la cara llena de interrogantes, golpeaba de cuando en cuando la mesa de chapa con un cartón enrollado, mientras hablaba con su compañero de celda.

- No puedo creer hermano… esto hay que festejar, estás por zafar… te vamos a cantar la marchita cuando salgas… ¡Vamos nomás, carajo!... se empezó a mover el barco… en cualquier momento nos vamos todos, dijo Quito Fernández.

El chaqueño estaba más contento que el correntino, y los murmullos de los otros encerrados llegaban con alegría a través del pasillo. En eso, se abrieron las rejas de la planta baja y dos enormes ollas fueron introducidas sobre un carro.

- ¡Caldo de sobaco y Marrón terroso…! gritó un fajina. Era la Carta del almuerzo. Anunciaba la consabida sopa de lechuga y acelga hervida que se servía diariamente en el almuerzo y la cena, y en este caso acompañado por un guiso de arroz y garbanzos que se volvía obscura por las abundantes lentejas.

Mientras esperaban que los fajineros llegaran con la comida, ahora los dos la golpeaban a la burra en los agujeros, como si ésta fuese culpable de algo. La realidad diaria de preso, terminaba siempre imponiendo prioridades.

- Quito, qué cantidad de cucarachas tiene esta burra… vamos a tener que hacer algo… Era la mesa de chapa, unida por caños de hierro a un asiento, también de chapas de hierro, que en su interior servía para guardar de todo lo que un preso pudiese guardar en tamaña circunstancia. Como eran pesadas y sólidas tenían tantos años como la mismísima cárcel, de las más antiguas del país. Por los agujeros que dejaba ver el carcomido metal, asomaban las antenas de las inaniquilables merodeadoras, que conocían el horario de la comida mejor que los presos.

- Dejá nomás, a la siesta le vamos a enseñar cuantos pares son tres botas… vamos a llevar la burra a la pileta, y a meterle agua hasta que se ahoguen…

El negro Walter Medina, que estaba de fajinero, cargó el líquido verdoso con un cucharón enorme, luego metió la cabeza por el rectángulo pasa-platos y dijo:

- Chengo, decile a tu Cónsul que me lleve también. Estuve leyendo que las anglosajonas son todas rubias y de ojos azules y les gustan los morochos como nosotros.

Walter se reía y mostraba los dos enormes colmillos que le quedaron, después que en la tortura, Caballero le arrancara los otros dientes con una pinza de electricista. Estaban contentos:

-¡Vas a andar bien Chengo!, concluyó Medina.

A la siesta trasladaron al hombro la burra y le metieron agua hasta que llegó la hora de salir al patio. Y mataron todas las cucarachas.

Una comunidad de ciento veinte presos políticos por pabellón, donde se convive bajo la permanente amenaza de la represión, y un metódico y programado proceso de deterioro y aniquilamiento físico, tiene como su principal herramienta de respuesta, la solidaridad. Y cuando alguien logra la libertad, es un triunfo de todos, pues se lleva un pedazo del esfuerzo general, en el objetivo de sobrevivir.

Las que también sobrevivieron, y para sorpresa de ambos, fueron las cucarachas. Había transcurrido una semana apenas, pero con los días tan calurosos reventaron los huevos. Eran muy pequeñas pero se habían multiplicado.

-¿Qué hacen comiendo con los platos de aluminio en la mano? Se van a quemar.

El nuevo fajinero de semana, Aníbal Ponti, se sorprendió

- No se puede chamigo, la burra está llena de cucarachas, ponés un plato y se arriman todas, son unas descaradas.

El otro fajinero se acercó, Chiquito Mena, era un buen analista, casi filósofo. Muy serio les indicó con el índice de su enorme mano:

- Tienen dos posibilidades, aniquilarlas o aprender a convivir con ellas. Yo prefiero lo segundo.

- Miren compañeros, lo que tienen que hacer es quemarlas, dijo Aníbal, terminante.

- Busquen plástico y cartón, envuelvan, hagan los conitos y métanle fuego. ¡Hay que quemar los huevos, no hay otra!

El ser humano no nació para estar preso, porque es un ser pensante. Hay muchas formas de estar presos, siendo libre, y de sentirse libre, estando preso. Un calabozo, una celda, una Quinta, es siempre una prisión, porque tiene límites. La diferencia está en el pensamiento. La cárcel no afecta al hombre que concientemente se halla detenido por luchar por un ideal. Es solo cuestión de tiempo, su pensamiento vive hacia afuera, libre.

-¿Qué hacemos Quito. Negociamos?

-Sí, negociemos.

Pusieron los platos sobre la mesa, e inmediatamente asomaron las antenas negras. Les fueron arrojando miguitas de pan cerca de los agujeros, las cucas las recogían y se iban, y ellos pudieron comer tranquilos. En ese instante golpearon las rejas y el yuga de guardia gritó un nombre y las dos palabras mágicas:

-¡Chengo Almirón!, ¡Con todo!



(*) Ex preso político

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lunes, 9 de agosto de 2010

En Mercedes-Corrientes el vicepresidente del Grupo Clarín privatizó un río para plantar arroz.


Por Fernando Pittaro del Diario Nacional "Tiempo Argentino".
José Antonio Aranda, en sociedad con George Soros, construirá una represa e inundará 8 mil hectáreas (la mitad de la Capital Federal) para cumplir su sueño empresario. La queja de los productores. La denuncia del hijo de Landriscina.Imagínense la mitad de la Ciudad de Buenos Aires sepultada bajo el agua. Así quedarán 8000 hectáreas de la localidad correntina de Mercedes. Para lograrlo, regularán el agua de un arroyo que regará 20 mil hectáreas de arroz. Desaparecerán bosques en galería a lo largo de 137 kilómetros y numerosas especies nativas. Será la primera vez en la Argentina que un curso de agua, de dominio público, esté al servicio de empresarios privados. Se trata de la Represa Ayuí Grande, una obra monumental que encara el vicepresidente del Grupo Clarín, José Antonio Aranda, en alianza con el magnate húngaro George Soros.
Los que se oponen al proyecto señalan que hay un agravante mayor: tanto la Legislatura como el gobierno provincial lo avalaron. “Es una locura que se permitan este tipo de emprendimientos. Sólo hay antecedentes de obras similares cuando el Estado las realiza como obra pública, en beneficio de toda la población, para proveer electricidad, por ejemplo. Pero en este caso, son dos empresarios que se apropian de un río solamente con ánimo de lucro”, denuncia a Tiempo Argentino el biólogo Aníbal Parera. María Vallejos es una de las tantas voces de la localidad de Mercedes que se levantó en contra del emprendimiento. En diálogo con con este diario, resume su posición y remarca lo difícil que es instalar el tema en los medios locales y provinciales: “Al principio fue casi imposible que los medios de comunicación se hicieran eco de nuestro reclamo. Las empresas hicieron una campaña publicitaria impresionante. Hasta le prometieron 100 mil pesos al hospital local. Son intereses muy poderosos los que hay detrás. Somos conscientes que estamos dando una batalla muy desigual.” Pero la lucha por ganar la pulseada de la opinión pública no sólo quedó limitada a los medios de la provincia. La polémica se instaló en los medios nacionales, cuando durante el año 2008 el Canal Rural, del cual el Grupo Clarín es accionista, censuró un programa de Luis Landriscina donde entrevistaba a Enrique Lacour, Presidente de Fundación Iberá, la principal ONG que se opone a la construcción de la represa (ver recuadro).
El propio Lacour sabe que el proyecto tenía el visto bueno de lo más alto del poder provincial. “Me imagino que no se van a oponer a este proyecto, mirá que hay orden de arriba. Esto se hace o se hace”, le dijo personalmente el Ingeniero Mario Rujana, Interventor del Instituto Correntino del Agua y el Ambiente (ICAA).
Los intereses comerciales que están detrás del emprendimiento arrocero tienen nombre y apellido. Es el de las empresas Copra SA, cuyo titular es el vicepresidente del Grupo Clarín, José Antonio Aranda, y Adecoagro, de George Soros (ver recuadro).
Pero todos coinciden en que es el propio Aranda el que mayor apuro tiene en comenzar las obras. Los campos de Soros y Aranda son vecinos. Apenas están separados por el Arroyo Ayuí –que por su caudal, los lugareños llaman “río”–, el mismo que quieren embalsar para aumentar exponencialmente la producción de arroz hasta llegar a 120 mil toneladas anuales. El paredón que contempla la construcción de la represa unirá a los dos empresarios y permitirá regar unas 20 mil hectáreas de las 70 mil que ambos tienen sobre la costa del espejo de agua (ver infografía). La mayor parte de la producción se exporta a Venezuela y, en menor medida, a Brasil. “Ellos que hablan tanto del maldito Chávez, le exportan todo a Venezuela”, agrega irónicamente Lacour.
“Don Aranda”, como lo conocen en Mercedes, es un hombre de peso en el ámbito ganadero y arrocero de la región. Actualmente es presidente de la Asociación Bradford Argentina y tiene una excelente llegada a la Sociedad Rural local. Los viejos pobladores cuentan que siempre mantuvo un bajo perfil. Llegó a Corrientes hace más de veinte años y fue comprando varios campos en la zona hasta llegar a las 40 mil hectáreas que tiene actualmente, en su mayoría dedicadas a la producción de arroz (ver recuadro).
Hay una persona que responde por Aranda en suelo correntino. Es el contador Ricardo Freire, su mano derecha y operador comercial en Mercedes, una ciudad históricamente ganadera que de a poco le va dando lugar al negocio arrocero. A Freire todos lo conocen como “El Guasón”. A pesar de que vive a cuatro cuadras de las oficinas de Copra, en la calle Sarmiento 879, llega todos los días en una imponente camioneta Jeep Cherokee negra. Después de varios intentos, dialogó con Tiempo: “Hay ciertos sectores que generan información distorsionada. Quieren estigmatizar el arroz, pero hay que entender que es un cultivo que alimenta al mundo. Tiene más de 10 mil años de historia. No es un problema producir alimentos, todo lo contrario, producir alimentos es construir a la paz mundial. El mundo necesita alimentos, y los que están en condiciones de producirlo, tienen la obligación de hacerlo.”
Pero donde Freire ve progreso económico y un aporte a la paz mundial, los especialistas en medio ambiente hacen hincapié en los graves daños que sufrirá el ecosistema.

–¿No le preocupa el impacto ambiental que producirá?
–Todo acto del hombre implica un impacto. Esta comunicación telefónica está generando un impacto. El impacto ambiental existe, ya que estamos modificando cierta región para desarrollar el proyecto, pero siempre tratando de causar el menor daño posible. Pero el mayor impacto es el social y el económico: crearemos 1500 nuevos puestos de trabajo entre mano de obra directa e indirecta. Teniendo en cuenta que más del 50% de la población correntina tiene problemas de trabajo y pobreza, aportar semejante inversión creo que es uno de los elementos fundamentales que las autoridades tuvieron en cuenta para apoyarnos.
–Pero el agua es un bien público. Es ilegal apropiársela.
–El agua es un bien público que administra el Estado, pero nosotros no nos apropiamos, nos van a dar una concesión para utilizar el agua. Además, Corrientes es una provincia donde el agua abunda y la agricultura apenas llega al 1% de las tierras cultivables.

Es la propia historia correntina la que contradice los dichos del gerente de Copra. Basta con conocer la historia de Luis Picolini, un productor agropecuario de Paso de los Libres que vivió en carne propia los efectos devastadores de una represa. Fue en 1992 cuando empresarios brasileños se radicaron en el lugar y prometieron trabajo estable y abastecimiento de agua para los campos. Sucedió todo lo contrario. Sólo quedó el tendal. Mientras recorre las instalaciones obsoletas de su campo, recuerda los comienzos junto a su padre. Empezó sembrando diez hectáreas y llegó a tener 200. Pero hace 18 años que no planta arroz porque la represa secó el cauce río abajo. Aún conserva las cosechadoras oxidadas y las secadoras de arroz abandonadas junto a los silos vacíos.
Paradójicamente, el campo de Picolini se llama El Progreso. Recién el año pasado terminó de cancelar un crédito con el Banco Nación por la compra de un silo que ya no usa. “De bronca dejé todo ahí afuera, que se pudra. Que quede como un registro del avasallamiento que sufrí”, relata angustiado a este diario.

–¿Qué piensa de la Represa Ayuí Grande?
–La represa que quieren construir ahora es dos veces más grande que la que me perjudicó a mí. Imagínense el desastre que va a ser. Yo soy la prueba fehaciente de las mentiras de estos empresarios y la manipulación que hacen de la gente, prometiéndole cosas que nunca llegan. Dicen que no va a existir la seca como había antes, pero es mentira, cuando haya problemas de agua con la represa ellos van a regular el nivel de agua. De tan ambiciosos que son, siembran más de la capacidad de riego que tiene la represa, entonces nunca alcanza el agua para el resto de los productores.

El proyecto tiene otro costado polémico. La provisión de energía a precio accesible era una de las condiciones básicas, según cuenta Enrique Lacour, de Fundación Iberá, para que la inversión sea rentable. Por eso fue que Aranda comenzó a aceitar las fluidas relaciones que ya tenía con el poder político provincial.

–¿Cómo consiguen la energía a bajo costo?
–Para que semejante proyecto les cierre tienen que obtener electricidad a bajo precio. Porque con el uso de combustible el negocio no les daba. Entones convencieron a la provincia y a la Nación y lograron construir una estación de rebaje de la línea de alta tensión de Yacyretá que va hacia Buenos Aires, con la excusa que se abastecía de electricidad al pueblo de Mercedes”, denuncia Lacour.
–¿Cuánta energía consumirán?
–Piensan consumir tres veces lo que consume la ciudad de Mercedes sólo para alimentar la represa. Todo simula que es un reaseguro energético para la comunidad, pero el verdadero impulso es la construcción del dique.

Humberto Rodríguez nació en Curuzú Cuatiá pero vive en Mercedes. Hace 28 años que es guardaparque provincial en la Laguna Iberá, a 50 kilómetros de donde se quiere construir la represa. Es otra de las voces que se levantan en contra del Proyecto Ayuí.
“Pensá que la laguna Iberá tiene 5500 hectáreas. Y ellos piensan hacer un lago artificial de un día para otro casi dos veces mayor y, encima, dicen que no van a causar daño. Al Grupo Clarín no le vamos a enseñar lo que es formar opinión. Pero esto es demasiado. Acá se está armando la mini patria arrocera y todos son cómplices. Lo más grave es el antecedente, si se construye una represa, todos van a querer construir otras y sería algo imparable”, señala indignado el guardaparque.
A medida que la Fundación Iberá y un grupo de vecinos comenzaron a marcar los aspectos negativos del proyecto, de a poco la población fue informándose de los verdaderos alcances del emprendimiento. Al principio, la idea de nuevas inversiones en la ciudad había tenido buena recepción. La promesa de nuevos puestos de trabajo ilusionó a muchos.
Sobre el supuesto beneficio económico que la obra dejará en la ciudad de Mercedes, hay más dudas que certezas. El guardaparque de la Laguna Iberá sostiene que todo es parte de una gran campaña de márketing y que poco será lo que quede en el pueblo: “Aranda y compañía juegan con la necesidad de la gente. Lo venden como la panacea.”

–Dicen que crearán 1500 puestos de trabajo.
–Es una gran mentira. Todos sabemos que estas megaarroceras tienen casi todo tecnificado, la mano de obra que usan es mínima. El grueso del personal contratado será temporal.

La diputada provincial María Inés Fagetti, presidenta de la Comisión de Ecología de la Legislatura, piensa lo mismo. La creación de puestos de trabajo, dice, es una máscara que oculta los verdaderos intereses de la inversión: “Habrá trabajo mientras se construya la represa, pero después serán muy pocos. Los emprendimientos arroceros emplean poca mano de obra, mayormente en negro y hasta apelando al trabajo infantil.” La justicia provincial deberá expedirse sobre la constitucionalidad del ordenamiento territorial de bosques, que el ex gobernador Arturo Colombi autorizó por decreto y luego la Legislatura lo convalidó por una ley (ver recuadro). Como la norma en cuestión está en vigencia, no hay ningún freno para que empiecen las obras. Los propios encargados de poner en marcha la Represa Ayuí Grande sostienen que los primeros ladrillos estarán en septiembre. No obstante, el biólogo Aníbal Parera confía en que la justicia podrá revertir la situación. “Es inadmisible que empresarios privados se apropien de un curso de agua que es un bien público. Está terminantemente prohibido en el Código Civil. Si recorrés el arroyo quedás impactado por la belleza del lugar, con palmeras, bosques en galería y selva. No entra en la cabeza de nadie que todo eso quede bajo agua.”
En la cabeza de José Antonio Aranda y George Soros, sí.

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martes, 3 de agosto de 2010

Gula...Por Sandra Russo


“Los gobiernos pasan, son un mero episodio, pero la tierra permanece.” Tal el sustrato del discurso del liderazgo opositor más consolidado y visible hasta el momento. El mechón rebelde de Biolcati, que flameaba mientras al anochecer él leía su pieza oratoria y política, colaboraba en la pantalla, tan colocada en el primer plano, para ubicarlo en ese papel. Un papel, según definió, histórico: él, el más poderoso del núcleo duro opositor, viene a ser el heredero de las otras grandes luchas que libró la Sociedad Rural Argentina.
¿Qué luchas libró la Sociedad Rural Argentina? Todas y cada una, contra el pueblo. Todas y cada una, para sí. ¿Cómo llegamos a esta escena, en la que casi todos los dirigentes políticos opositores se arrastran a los pies de la gran corporación? Estaban allí, escuchando los insultos a la política. ¿Qué hacían Duhalde y Chiche escuchando que los pobres son la basura que genera la política para rejuntar votos, esa escoria que si es explotada por alguien, es por la política? Digo que es la clase política que se arrastra a los pies de la corporación, porque para alinearse ahí hace falta tragarse el sapo completo de la antipolítica. Ese sujeto histórico que dice representar Biolcati es el antipolítico por excelencia. Lo único que florece a su alrededor es servilismo y entrega.

Ese sujeto histórico embrionó en los financistas de la Campaña del Desierto. El país del que hablan no tiene pasado: lo fundaron ellos cuando les entregaron las tierras ya liberadas de indios de los que no hace ni falta acordarse, puesto que confirmó ayer, nosotros bajamos de los barcos. El embrión de ese país fue un pacto entre ricos y militares. Fue el Roca militar el primer político que aceptaron. Están acostumbrados a que les hagan esa clase de favores, y a que los pactos con los políticos sean de esa especie: con los políticos jugando para ellos y un territorio inmenso para ser sus dueños.

Los gobiernos pasan, la tierra queda. Ellos creen que son la tierra. Los dueños de las tierras se identifican con su propiedad privada, y es así en todo, claro, ellos son los que han tenido el poder durante casi toda nuestra historia. Todas las luchas populares de estos doscientos años se libraron contra los intereses que representan Biolcati y su Mesa de Enlace. El discurso de ayer lo consagra también para eso: es el que tiene la estancia más larga.

Si la política tiene sentido para millones de argentinos, ciudadanos, militantes, dirigentes, es precisamente para que gente como Biolcati tenga menos poder. Ellos no quieren ser sectores que pugnen con los otros, como en cualquier democracia. Quieren ser lo que han sido siempre, menos en los gobiernos peronistas: los que tutelan que lo mejor para todos, ese abstracto invocado por los políticos, siempre sea lo que les convenga a ellos. No quieren entrar en discusión. Desde el 2008 que se niegan a bajarse del caballo del dueño. No quieren negociar. No saben ser una parte. Siempre han hablado en nombre de la Patria, incluso cuando cobijaron a los asesinos o cuando eran amigos de Menem. Todos pasaron, la tierra queda. La tierra no son ellos, la Patria no son ellos. Tarde o temprano tendrán que darse cuenta.

Y si se preparan para una más de sus grandes luchas, Biolcati será el verdadero comandante. Tiene el carácter, la gula y el impudor que suelen enamorar a la derecha golpista argentina.

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